Aries, historia de un naufragio

"Aries, historia de un naufragio. Parte I: hª del buque"
El Aries, construído en los astilleros J. Fernández Montes SA de Gijón en el año 1945 al igual que su gemelo el Leo en el año 1946, era un buque de cabotaje de acero con número de casco 006 perteneciente al armador Fernando Periquet Méndez, de bandera Nacional, matrícula de Santander, encuadrado en la Lista 2ª y con número de folio 28. Su indicativo era EHSE y su número Lloyds el 5023942. Contaba con una eslora de 48,01 metros y una manga de 8,03 metros y era propulsado por una máquina alternativa triple 3 cilindros carbón/diesel skoda de 550 CV de potencia que le proporcionaba una velocidad de 10,75 nudos por medio de una única hélice. Contaba con 2 bodegas con escotillas del tipo McGreggor, que se deslizaban por medio de un sistema de cadenas accionadas por
motores.
En sus primeros años el Aries al igual que su gemelo el Leo, pertenecieron al armador Fernando Periquet Méndez, que en mayo de 1955 se los vendió a Naviera del Cantábrico SA, como se puede constatar por el logotipo de la empresa que se ve en la chimenea del buque, empresa domiciliada en Madrid pero gerenciada desde Santander y perteneciente al grupo Bergé. En esta primera etapa atendía el suministro de carbón a la compañía eléctrica Nueva Montaña Quijano desde Gijón.
Durante sus últimos años, el buque perteneció a la empresa Exmar SA: Explotaciones y Promociones Marítimas, con puerto base en A Coruña, que lo adquirió en el año 1972. Tres años antes de su hundimiento, en 1974, el Aries sufre una remodelación en los astilleros coruñeses de Valiña Lavandeira, donde le es retirada la arboladura y modificada la habilitación, convirtiéndose en un mini granelero, pasando a realizar viajes entre diferentes puertos de Galicia y Marruecos transportando sobre todo madera en los viajes de ida y mercancías diversas en los de retorno.


"Aries, historia de un naufragio. Parte II: el hundimiento del buque"
El Aries hacía el viaje desde Garrucha (Almería) hacia Póboa do Caramiñal con un cargamento de aproximadamente 500 toneladas de mármol triturado que se utilizaba en aquel entonces para la elaboración de terrazo para suelos.
La madrugada del 7 de diciembre de 1977 el Aries enfilaba la entrada a al Ría de Arousa cuando debido a la malas condiciones meteorológicas, les sorprendió un enorme aguacero que los dejó sin visibilidad cuando navegaban a la altura de la Isla de Rúa, lo que unido a la avería del radar desde hacía unos cuantos días, situación de la que se había informado según nos relató el Patrón del buque M.C.C., hizo que el Aries tocase muy probablemente en los bajos que tiene A Carabeliña por el este de la Isla de Rúa, opción ésta que se deduce de los comentarios tanto de Joaquín Oujo, que ve como la primera bengala de aviso lanzada por el buque parte de esa zona, como de las declaraciones de Bautista, el mecánico del Aries, que afirma que hubo un primer impacto a esa altura, llegando el buque en algún momento a quedar montado sobre las piedras, para posteriormente liberarse y debido a la vía de agua que se produjo y empujado por los fuertes vientos del suroeste, hundirse a unos 200 metros de la Lobeira Grande a NE, como nos relata Joaquín Oujo.

Esta versión levanta dudas sobre la teoría de que una avería en el timón llevó al Aries a su hundimiento, siendo la hipótesis del fallo humano por lo que se desprende de las declaraciones del mecánico del Aries B.V.C. la causa más probable del hundimiento del carguero, sin olvidar en ningún momento el mal tiempo reinante, que era de noche y la avería de un elemento indispensable para la navegación como era el radar, factores todos que dificultaron las maniobras de entrada a la Ría.

"Aries, historia de un naufragio. Parte III: el rescate de la tripulación"

"La noche del 7 de diciembre no pude dormir por el fuerte viento que zarandeaba las persianas de la ventana, pero a las 5 me levanté y también mis dos hijos , Joaquín y Francisco para mirar las amarras del barco. Cuando llegamos a la entrada del muelle vimos un mástil con las tres luces rojas encendidas indicando que el puerto estaba cerrado, pero me fijé hacia Rúa y vi las luces de un barco. Yo creí que era el Chiquita de la Arosa, que tenía el costumbre de trabajar por esa zona al cerco, pero no lo era. Le dije a mis hijos: "hay que estar locos para arriar el aparejo por barlovento de As Lobeiras (aparentaba que estaban por el sur de As Lobeiras) , Dios lo quiera que no pase nada". Seguimos hacia el barco y cuando estábamos mirando las amarras porque había tirantazos, un joven que miraba por su barco llamó por mi y me dice: "Sr.Joaquín, están echando bengalas".
Sin pensarlo más, le dije a mis hijos: "desmarrar los cabos". Encendí el motor del San Ramón
 y di avante a toda, pero al salir del muelle para fuera ya no se veía ninguna luz. Puse rumbo más o menos a donde yo avistara las luces pero cuando llevávamos 10 minutos andados vimos una bengala, pero más al Norte. Cambie el rumbo, y le mandé a uno de mis hijos preparar el reflector. Desde el puente, con las ventanillas abiertas, con el reflector encendido de un lado a otro, los vimos derecho a la proa. Atracamos por sotavento de la balsa y el primero en saltar a bordo fue un perro Beagle ( de caza ) , a continuación 7 hombres: patrón, 2 mecánicos, 3 marineros y 1 cocinero. Estaban blancos, mojados y llenos de frío. Cuando los náufragos embarcaron a bordo del barco estábamos muy cerca de los bajos del Signal del Maño, si tardamos un poco más, aunque rebasaran los bajos del Maño irían parar a Cabío, creo que no se salvarían, y también todos hemos tenido mucha suerte el no pararnos el motor, no se que pasaría. Amarramos la balsa por la popa de remolque, pero al poco tiempo quedó por la popa. Se descosió el cabo que tenía todo a su alrededor, la metimos a bordo y cuando veníamos para Riveira parecía por veces que veníamos subiendo una cuesta.

Cuando llegamos al puerto, ya estaba allí el Ayudante de Marina y dos marinos, avisado por el joven que me avisó a mí también le fue a avisar al Ayudante de Marina que nosotros saliéramos para hacer el salvamento. Yo quería llevarlos a mi casa para darles ropa y algo caliente, pero el Ayudante me dijo que se hacía el cargo de todo. Los llevó a la cafetería Rotterdam y allí los atendieron, les dieron ropa, unos cafés, etc.
Después de que el Ayudante de Marina se los llevara, vinieron los comentarios, unos decían que me iban a echar una multa por salir con el puerto cerrado, y yo les dije que no me importaba nada siempre que fuera para salvar gente, que me pusieran la multa que ellos quisieran porque yo saldré siempre si hay gente en peligro. Cuando yo mandé desmarrar cabos yo no pensé en nada, ni si pararía el motor, yo sólo pensaba haber si teníamos suerte de salvarlos. No pensé ni en mi ni en mis hijos.
Aquí a parte quiero decir algo, yo no he visto al patrón mayor de la Cofradía, ni el Ayudante fue a salvarlos, ni el Rotterdam, pero ellos fueron elogiados, todos que aquí he mencionado menos el Patrón del San Ramón ni los hijos. A mi no me dieron ni las gracias ni palabras de elogio. Esta es la realidad"


El Pueblo Gallego en su edición del 7 de diciembre de 1977 daba el siguiente titular:
Naufragó un carguero en aguas de Ribeira. Todos sus tripulantes puestos a salvo.


Foto del Aries en blanco y negro: Autor: Teo Diedrich
 Foto del Aries en color: Autor: E. Puñal